Cada día después de una nevada
amanezco en una ciudad extraña.
Todo parece diferente a cuando me acosté.
Aunque hiele diría que es verano.
La nieve hace la luz hiriente
y el sonido apagado.
Las palabras de condensan en un hálito
y vemos hasta donde alcanzan.
Las lágrimas son sinceras
y el frío arde en nuestras manos.
Es otro lugar
que desaparece conforme el tiempo pasa.
Y la realidad oculta debajo
regresa a su antigua forma
por otros tantos días
hasta la próxima nevada.
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