Mi corazón tiene un eco
que repite cada latido.
A veces sin querer
me mete en problemas.
Por su culpa
todas mis novias me han dejado
porque se ponen celosas
cuando con otras hablo
y lo confunden
con un pulso apasionado.
Mi doctor cree que estoy enfermo.
Y aunque le he dicho mil veces
que no tengo taquicardia
él nunca me cree
y de pastillas me tiene atiborrado.
Si corro para coger el autobús,
al subir,
el chofer me mira sospechoso
creyendo que un explosivo
llevo al pecho adosado.
Pero yo adoro a mi eco.
Sobre todo cuando hago el amor
y estalla
como si fuera el sonido de fuegos artificiales
en una feria de verano.
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