Mira el calendario.
Elige un día cualquiera.
Siete de marzo, quince de agosto,
veinte de enero.
No importa.
Todos ellos serán mañana,
hoy
y ayer.
Incluso hoy mismo,
cualquier día que sea,
fue un mañana ayer
y será un ayer mañana.
Ninguno permanecerá inmóvil en el tiempo.
Nosotros, espectadores de su paso,
sentados en una estación
viendo un tren a punto de descarrilar
sin que lo adivinemos.
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