Las cosas que nos importan
no siempre las elegimos.
Unas veces caen
como árbol en la tormenta
en medio del camino.
Otras se posan lentamente sin que lo notemos
como polvo en una casa vacía.
Poco importa como llegan,
siempre se quedan adheridas
como costra a una herida
que nos pica incesantemente
y al rascarla desaparece
dejando una cicatriz eterna.
Sin darnos cuenta ahí se quedan
las cosas que nos moldean
quizás sin haberlo querido
y que al más leve roce reviven.
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