Somos granos en un reloj de arena,
estáticos,
sin ver que el tiempo pasa.
Esperando alguien que nos voltee
para sentirnos vivos por escasos segundos.
Lo que tarda nuestro mundo puesto boca abajo
en quedarse inerte otra vez
en el mismo lugar.
Así una y otra vez
deseando que alguien nos gire
y la monotonía entre en un efímero remolino.
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