MI PASADO

Mi pasado es como un libro 
en el que cada vez que escribo 
se caen algunas hojas viejas,
Lleno de personajes nuevos, 
otros desaparecidos y
otros reencontrados.
De historias que perdieron el sentido
o adquirieron uno diferente.
A veces ni lo reconozco,
ni me reconoce.
Nos miramos y nos decimos adios
para volver a encontramos el siguiente día.

MIRANDO AL MAR Y AL CIELO.

Sentados a la noche en la playa
tú miras al cielo,

yo al mar.
Buscas Orión,

sus rodillas,
sus hombros,
su arco.

Yo oigo el viento crear las olas,

a éstas romper,
su espuma apenas perceptible.
Ahora señalas la Osa Menor

y sueñas ser estrella.
Yo sueño ser gota de agua.

Y allá en el horizonte

nos encontramos.

HERRERO

Escribo como un herrero.
Las frías palabras pongo al fuego
hasta volverlas maleables.
Sujetas por la tenaza las golpeo,
martillo contra yunque,
hasta darles forma.
Entonces las meto en agua y hielo.
El rojo que vi en ellas 
es ahora negro.
Lo que parecía vida 
ahora está muerto.
El alma que tenían 
se apagó cuando las saque de la forja.
Quizás debería escribir como un carpintero.
Sin que se ningún fuego queme mi pensamiento. 

NOCHES Y DIAS

Tras la noche vendrá el día
para volver tras irse éste.
Así sucesivamente de por vida.
Hay noches que son días en otros lugares.
Noches más largas que otras
Días más cortos que otros.
Hay oscuridades eternas
compensadas por soles que no desaparecen.
Amaneceres y atardeceres siempre a la misma hora.
Días nublados que parecen noches
y lunas llenas que hacen noches días.
Días que vivimos como noches
y otros que empalmamos con otro día
sin que sintamos la noche.
Días que dormimos,
noches que velamos.
Ayer se hizo la noche
para hoy llegar otro día
que pronto veremos morir esperando que amanezca.

dios

Y dios volvió
y vio lo que habíamos hecho.
Y preguntó.
Por qué?
Tú nos lo habías ordenado.
Nunca hablé antes contigo.
Pero alguien lo leyó en tu libro.
Nunca escribí uno.
Pero quien lo hizo dijo que era tu palabra.
Nunca dije a nadie que mataríais en mi nombre.
Pero eran tus enemigos.
Yo no tengo enemigos,
sólo los que los hombres me habéis creado.
Y dios lloró mientras los enterraba con sus manos.

EN LA TORMENTA

Empieza a llover en el bosque.

Mis brazos abiertos como ramas,

mis dedos extendidos como hojas

almacenan las gotas por un instante

antes de  dejarlas escapar entre los dedos.
mis pies hundiéndose en el barro

como raíces penetrando en el suelo. 

Entre los árboles en la tormenta

me siento uno de ellos.

Hasta que el sol rompe las nubes

y vuelvo a la ciudad.