9/23/2010

TUMBADA EN UNA BANCO

Un ligero escalofrío recorrió su cuerpo. Todavía el sol brillaba en el cielo pero su calor no era el mismo que hacía unas semanas.

Eran las seis de la tarde y el atardecer se apuntaba con sus tonos rojizos. Aunque todavía se estaba bien allí, tumbada en el banco con las gafas de sol escondiendo sus ojos y Loui atado a la barra del respaldo. Mirando al cielo sin ver nada. Despreocupada de la gente que paseaba tan cerca de ella que si alargaba su brazo incluso les podría rozar.

Sólo de vez en cuando dejaba escapar una mirada fugaz hacía aquellas siluetas que flotaban a su alrededor, sobre todo si parecían guapos y con un buen cuerpo. Y si ellos se la devolvían, una sonrisa a la vez tímida y juguetona dibujaba una sensual linea uniendo sus hoyuelos.

Volvió a sentir otro escalofrío. Este lo conocía mejor. Contestó el teléfono.

- Hola Alma. Cómo estás?

-.........

-Cómo te fue el día?

-.........

- Yo aquí en el parque paseando a Loui .Aprovechando los últimos días de sol. Ya sabes......

-.........

-No, no creo que vaya esta noche he quedado con Mario.

Sus ojos abandonaron por un momento de mirar al cielo y otra sonrisa modeló su cara. Esta vez fue correspondida con otra.

Una pena seguir con Mario. Pensó.

Estos últimos días de verano eran los que ella más amaba. Cuando el sol haraganea al amanecer y sus rayos están llenos de tibieza y matices. Y al llegar el anochecer se desvanece con las prisas de los adolescentes acudiendo a sus primeras citas.

"Estás ahí?" Se oyó al otro lado de la línea.

- Sí Alma. Qué me decías?

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