1/11/2012

CEBOLLAS

Lloraba desconsolado
con el cuchillo en su mano
mientras allí debajo
ella yacía en pedazos.
La savia de su vida
todavía fluyendo del cuerpo destrozado.
Aún con lagrimas en sus ojos
él la recogió entre sus manos,
la depositó en en la sartén
y echó un poco de sal y ajo.
La revolvió con mimo
y se secó las lagrimas
con un sucio trapo.

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