9/27/2011

LA CIUDAD VACÍA

Desde el otro lado los edificios se veían imponentes, aún sin referencias para poder ver su exacta magnitud. Contando las ventanas uno podía calcular sus pisos de altura. Pensar que para él su apartamento en el piso 11 era un acantilado al que se le hacía imposible asomarse, y aquellos edificios multiplicaban por 3, 4, 5 ó incluso 10 la altura de aquel.

Mirar hacia abajo desde la azotea de uno de ellos debía de ser como asomarse al abismo del fin del Mundo. Pero vistos desde allí parecían muertos, se asemejaban a enormes caparazones de tortuga que su ocupante los hubiera abandonado. Incluso a las noches cuando las ventanas se iluminaban todo parecía artificial, como una postal retocada.

Pero aún así, allí sentado en aquel banco del parque, no podía apartar su vista de la gran ciudad envuelta en el silencio de sus millones de habitantes sólo roto por el paso de algún barco por el río.

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